«Tanto esfuerzo… valdrá la pena?, ¿cómo podré soportar tanto gasto?, ¡esto no va a salir adelante!, ¡fue una mala idea trabajar por mi cuenta!, ¡esto será un gran fracaso!…»
Este tipo de pensamientos se presentan alguna vez en la mente del emprendedor. Cuando una persona decide llevar por cuenta propia un negocio o se organiza junto con un grupo de personas para abrir una empresa, pueden surgir una serie de pensamientos y emociones, que pueden ser tanto negativos como positivos.
En muchas ocasiones lo que predomina es la incertidumbre sobre el futuro, ya que no se sabe cual será el resultado del negocio (si habrá o no clientes que permitan su sustento). Hay una respuesta de ansiedad por el temor a que no se cumplan los objetivos económicos para que el negocio sea viable, que no se cubran los gastos mínimos y encima no alcance para un salario. Si esta manera de pensar no se controla se puede presentar durante mucho tiempo pudiendo generar un estrés crónico, lo cual genera problemas de salud y probablemente arruinar el negocio.
Hay algo que considerar, que la realidad indica que un negocio tiene más probabilidades de éxito si cumple una serie de requisitos:
- Información adecuad de aspectos legales y económicos de apertura del negocio
- Análisis de mercado
- Que sea adecuadamente publicitado
- Estrategias adecuadas de marketing
- Instalaciones
- Recursos humanos
- Etc.
Es verdad que hay muchas variables que considerar para que un negocio sea viable y pueda tener éxito. sin embargo lo que no se considera es la propia gestión emocional del emprendedor y sin embargo es lo más importante, ya que si no se controla la incertidumbre se puede llevar mal el negocio, lo que generará pocas ventas, posteriormente al abandono y por tanto un fracaso personal.